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martes, 23 de marzo de 2010

Probablemente Ya De mí te Has Olvidado...

En una Navidad de los mil novecientos noventa y tantos, unos tíos decidieron regalarles a los sobrinos adolescentes y veintones de la familia, un libro titulado “life’s little instruction book”, el cual enumera una serie de consejos que un padre le da a su hijo, que tratan de enseñarle cuestiones tan sencillas del día a día que podrían significarle llaves para el éxito, la felicidad y la trascendencia.



A mis aproximadamente 11 años, mi hermana me acostumbraba a leer un par de páginas diarias antes de dormir; muchos de los consejos contenidos en dicho libro los he llevado o por lo menos he intentado llevarlos a la práctica a partir de entonces; sin embargo aquel que dice “Solo presta aquellos libros o discos que no te importe no volver a ver”, me costó el disco de Timbiriche en Concierto y la película de harry Potter y El Cáliz de Fuego, antes de entenderlo.



Hace algunos meses, quise volver a recuperar dicho libro y al no encontrarlo me di a la tarea de buscarlo en el Internet; nunca encontré el libro completo, si no solo pequeños fragmentos memorables del mismo. Uno de estos fue el que decía “Los amigos vienen y van, pero al final de tus días, asegúrate de tener contigo a tus amigos de la infancia”.



Los amigos llegan a nuestras vidas como los buenos libros, en el momento exacto; pero para mí ha sido muy difícil entender que de la misma manera en que llegan, la mayoría se van, habiendo cometido su propósito y dejándonos siempre una enseñanza, aunque no siempre sea con un final feliz.



La vida siempre nos lleva por caminos inciertos, hoy estamos aquí, mañana quizás en otra ciudad; parte de que no logre superar el efecto de amistades perdidas con el tiempo es mi aprehensión a quedarme como dice Juan Gabriel “En el mismo lugar, en la misma ciudad y con la misma gente”, esto aunado a mi rechazo al cambio por el terrible miedo a lo desconocido.



Pleitos de niñas de secundaria, cambios de residencia a otras ciudades, el simple paso del tiempo que ayuda a distanciar a quienes nunca estuvieron suficientemente unidos, no ayudan a sobrellevar la idea de que llega una época de la vida en la que es inevitable hacer menos amigos que cuando se tenían 18 años.



Sigo teniendo el honor de compartir una taza de café con amigas que posiblemente veo solo 3 o 4 veces al año pero pareciera como si el momento en que nos conocimos hubiese quedado inmaculado a pesar del transcurso de los años, contrario a lo que también me ocurre con quienes en algún tiempo fueron mis más cercanos amigos y con los que ahora solo podría recurrir al estado del tiempo para compartir una conversación.



A todos aquellos amigos, los que lo son, los que a pesar de muchas cosas lo siguen siendo, a los que fueron, a los que dijeron serlo y a los que serán, gracias por compartir el kilometraje que a cada uno les fue asignado para transitar conmigo en este ínfimo, pero hermoso espacio del universo.




Desde El puente de Londres



KARA