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miércoles, 22 de diciembre de 2010

Hace Algunos Ayeres...

Navidad; por alguna razón curiosa, me vinieron a la mente imágenes de las épocas navideñas entre mis 11 y mis 13 años.



Días nublados y un poco lluviosos, en los que mi hermana y yo pasábamos horas y horas sentadas frente a la televisión viendo una y otra vez las mismas 10 o 12 películas que en aquella estación transmitía el canal Hallmark.



Sufríamos y nos enojábamos con la historia de una joven pintora que debía plasmar sobre la pared del salón de una casa, algo relativo a la hija fallecida de una señora mal humorada, la cual, una vez se hubo terminado el trabajo, imprimaba todas las paredes de pintura blanca, argumentando el disgusto de lo pintado, haciendo llorar a la joven artista; de cuyo título no logro acordarme, al igual que de otras más. Sin embargo, nada era asemejable a cuando llorábamos de tristeza y alegría, hasta deshidratarnos, con la vida de Oksana Baiul, medallista olímpica en patinaje sobre hielo, de quien casi todos los que tengamos entre 25 y 35 años, habremos visto por lo menos una vez su filme.



Pero que hubieran sido aquellas películas si no hubieran estado acompañadas de las latas gigantes con motivos navideños de palomitas de tres sabores: mantequilla, queso y caramelo, adquiridas en el único club de precios de la ciudad en aquel entonces,, que devorábamos sin importar que hora del día era, pues solo una roseta de maíz nos podía aliviar el dolor de ver como una compañera de equipo le encajaba un patín en su espinilla a Oksana, justo un día antes de su competencia olímpica, como si necesitara de un poco más drama para su ya suficientemente dramática vida.



Y así se repetía nuestra rutina diaria, hasta que un día esta se rompió por un hecho insospechado cuando en la mañana del 13 de Diciembre de 1997 mi mamá subió las escaleras gritándonos a mi hermana y a mí “Está nevando!”. Incrédulas y modorras, nos pusimos chamarras y bajamos a ver como las Noche Buenas y todo el jardín estaba tapizado de una tenue pero creciente capa de nieve, viendo caer del cielo, en forma de copos, uno de mis más grandes deseos, que teóricamente era casi imposible que ocurriera y que vuelva a ocurrir en una ciudad tan seca y cálida como esta.




Tuvimos guerrita de bolas de nieve, hicimos una pelota del tamaño de un balón de basketball, con toda la nieve del jardín, deshicimos los únicos guantes de seudo piel que tenía mi hermana, al creer que aguantarían la humedad del hielo, salimos a la calle a ver el camellón y los árboles nevados y disfrutamos como nunca, hasta las 11:30 cuando la nieve se empezó a marchar de la misma forma en que había llegado.



Pero no todo fue miel sobre hojuelas en aquellos años, hubo uno, en el que la más mínima dignidad que pude haber tenido alguna vez, fue manipulada y expuesta en el departamento de servicio al cliente de un conocido supermercado cuyo nombre empezaba con A, cuando mi mamá nos exigió sutilmente a modo de chantaje a mi hermano, cuyo nombre sustituiré por el seudónimo de Magic, y a mí que posáramos en una fotografía junto al árbol de Navidad para someterla a un concurso de árboles navideños y poderse hacer acreedora a un carrito lleno de productos de la tienda, mismo que llegó hasta las puertas de mi casa algunas semanas después, aunque aún sigo convencida de que el nuestro, fue el único que concursó, y junto con la dotación se nos otorgó el privilegio de que la foto se exhibiera ante los clientes durante, quiero pensar, no más de un día.



Ahora esta época se siente distinta, ya no acostumbro a fomentar mi obesidad con puños de mantequilla, sal y colorantes, ya no tengo Hallmark en mi sistema de cable y los Reyes magos ya no me traen juguetes, pero disfruto cada año compartir estos momentos con mis amigos y familia; cenar caldo de camarón, lomo, ensalada de manzana y la esquicita carlota de chocolate de mi abuelita; abrazar a la gente que quiero, y despertarme en las mañanas y ver diario todos los regalos que me trajo la vida.



Un muy feliz año nuevo para mis fieles lectores.



Desde el Puente de Londres para el mundo.



Kara

lunes, 1 de noviembre de 2010

la noche En Que Un Sueño Se Hizo Realidad

Las luces de alrededor se apagaron y yo no podía creer que uno de mis más grandes ídolos musicales estuviera a punto de aparecer ante mis ojos; él, mientras tanto, no podía creer que estuviera tocando en una granja de brócolis.



Si poder estar a 20 metros de Juan Pablo II, cantar ante casi 1,000 personas en un festival escolar, y sentir los copos de nieve cayendo en el jardín de mi casa, ya eran hechos suficientemente improbables de que sucedieran, presenciar un concierto de Sir Elton John en mi ciudad, era un evento puramente inimaginable.



Si no hubiera nacido en México, y si por mis venas no corriera un 25% de sangre polaca, sería un verdadero placer para mí sentarme a la mesa de un restaurante en Leicester Square, cenar fish’n’chips después de haber tomado una taza de Earl Grey con algunos amigos, pasear una tarde cualquiera por los jardines de la torre Victoria y regresar a mi apartamento en Covent Garden a leer Statecraft de la mano de Margaret Thatcher y antes de dormir escuchar un poco de Queen, Lily Allen, the Beatles, y por supuesto, Sir Elton John, soñar con Harry Potter y al día siguiente levantarme y decir con un perfecto acento inglés “God save the Queen”.



Quizás en mi otra vida viví en territorio británico y por eso es que soy una amante de la puntualidad inglesa, la misma con la que contra todo pronóstico, rigió la noche del 15 de Octubre en la que tras 5 minutos de obscuridad absoluta, a las 9:05 escuchó las campanadas que dieron la cuenta regresiva para que los acordes de uno de los más grandes pianistas de el último siglo, sonaran entretejiendo “Funeral for a Friend”; con un sonido excelso, como debía ser del nivel del tercer lugar de la lista de los 100 mejores del último siglo, según Billboard, aún estando en la fila 40, uno podía sentirse como si estuviera en la primera.



La voz de este ídolo del pop y del rock&roll sobresalió por encima de cualquier coro u orquesta, solo siendo opacada por esa forma de hacer cantar al hermoso piano Yamaha que tenía frente a él, y que no paró de sonar durante las más de 2 horas de concierto, en donde hubo momentos en que los solos de este instrumento parecían suplir con sus notas a los otros 5 músicos que lo acompañaban.



Así sonaron Levon, Tiny Dancer, Goodbye yellow brick road, Sorry seems to be the Hardest Word, Don’t let the sun go down on me, Rocket man, Crocodile Rock, Bennie and The Jets, Philadelphia Freedom, Daniel, Sacrifice, Sad Songs, The Bitch is Back, Candle in The Wind, Saturday night’s alright for fighting, y yo empezaba a gritar “The One!!” y siguieron I Guess that’s why They Call it the Blues, I’m Still Standing, y yo seguía gritando “The One!!”, mientras todo el bulgo gritaba “Your Song!!”, y luego fueron Chente y Martita a entregarle un bróccoli, y yo gritaba “The One!!” y me de´cia para mis adentros “no te preocupes, la va a cantar,” y entonces le siguió un momento mágico con Sir Elton solo al piano cantando Circle of life, Can You Feel The Love Tonight, y la favorita del bulgo “Your song”, en la que le marqué a 3 personas distintas quienes no me contestaron y se privaron de una serenata en su oído, de la mano de john, y entonces pensé “aquí viene!” y así fue, aquí vino, pero la despedida.



Sir Elton se levantó, nos dio las gracias y se retiró del escenario, y por más que gritamos “Ooootra!” y por más que un compañero de fila gritara “Págale más Chente!!” el Caballero de la Orden del Imperio Británico no volvió, y yo nunca escuché I Want Love, ni The One, y mucho menos I Was Made in England, y dije “bueno, ya juntaré un millón de dólares para que cante mi lista de peticiones en una fiesta privada”, porque mientras tanto y como dijo mi amiga Rebecca, “Ya puedo tachar ir a un concierto de Elton john, de mi lista de cosas que hacer antes de morir”.



Esperaré sentada por Celine Dion y michael Bublé, total, si Elton vino, ya cualquier cosa puede ser posible.



Desde el Puente de Londres para el mundo



Kara

Fragmentos del Concierto:
http://www.youtube.com/watch?v=VmLzBnsgA60&feature=fvst


http://www.youtube.com/watch?v=cOmS8DCIlws&feature=related


http://www.youtube.com/watch?v=qqv3bz985ow&feature=fvst

miércoles, 13 de octubre de 2010

El Sincrodestino

“no hay casualidades, solo causalidades”



Tras una sequía de inspiración retórica de 2 meses, ayer me senté frente al televisor y mientras veía el rescate del primer minero en Chile y escuchaba decir a uno de los periodistas “la vida de estos 33 mineros jamás volverá a ser la misma”, decidí que era hora de hablar de lo que yo siempre llamo “las señales”.



Percibir día a día con nuestros sentidos, miles de olores, texturas, imágenes, sabores y ruidos distintos, sin suponer que todas y cada una de esas impresiones ya ocupan un lugar específico en nuestro destino.



Todo lo que desde hace aproximadamente 5 años entretejí como una hipótesis de las coincidencias, se me rebeló como una teoría científica en forma de libro, escrito de la mano de Deepak Chopra.



Reencontrarme hace a penas algunos meses con amigas de la infancia, sostener con ellas conversaciones existenciales, escuchar relatos de experiencias extrasensoriales, narrar estas mismas historias a 2 amigos, que una de ellos se interesara tanto en el tema, que ella se topara con un libro, que me recomendara dicho libro, y que finalmente yo esté sentada aquí frente a la computadora viendo en retrospectiva la cadena de sucesos que se desenvolvieron para que hoy yo se los comparta a ustedes, no puede ser otra cosa que “una señal”.



Los 33 mineros atrapados en Chile, por su parte, vivieron, con certeza, un sin fin de experiencias que por ahora los tiene, hasta este momento a 19 de ellos, a 700 metros en el subsuelo, porque ello sería parte de su historia personal, lo que Chopra define como “lo que el universo quiere hacer de ellos”.



La diferencia en nuestras vidas radicará en la forma en que reaccionemos ante los sucesos ordinariamente extraordinarios con los que nos tropezamos cada minuto, “Podemos ignorar esas señales y seguir adelante o podemos prestarles atención y vivir el milagro que está esperándonos”.



No fue casualidad que Yonny Barrios, quien a 700 metros arriba de él desató un lío de faldas al poner, involuntariamente, frente a frente a su esposa y a su amante, haya decidido doblar turno en un día en el que no debía ni si quiera trabajar, y ahora a 5 puestos de volver a la luz, con seguridad estará comprendiendo lo que el sincrodestino preparó para él.



Hoy, permanezco expectante a los mensajes que Dios me envía con cada persona con quien cruzo mi camino. Observo, absorbo y simplemente vivo, confiando en que el universo siga, como hasta ahora, conspirando.





Desde El Puente de Londres para el mundo



KARA

miércoles, 18 de agosto de 2010

El Mejor Día De Su Vida

Según Jorge negrete algunos nacen con mala estrella; no creo sea mi caso y mucho menos de “Vane” una chica que al parecer ya vivió el Mejor Día de su Vida.



Adoro los programas de concursos; me llegan a emocionar a tal grado que me ponen los ojos vidriosos de la conmoción; si, leyeron bien, y ahora ya lo saben, y quizás también deban saber que siempre he querido estar en uno de esos concursos, pero no crean que en El Resbalón o en Trépate al Macho, no no no, un programa de concursos genuino, con música, lucecitas, un conductor guapísimo y varias decenas de personas en el público vitoreando mi nombre.



En alguna ocasión ya hasta habíamos armado entre mi hermana, mi mamá y yo, nuestro equipo para participar en el extinto “100 Mexicanos Dijeron” y dije “dijeron” y no “dijieron” que en nada ayuda a la ya de por sí mancillada lengua española, que Elba Ester y su grupo de caballeros Jedis de la Agrícola oriental, han enseñado a nuestros niños; pero finalmente se quedó en eso, en una idea.



Hoy, mientras veía Atínale al Precio fui testigo de algunas de esas cosas que parecen difíciles de suceder, pero que definitivamente, como bien tuvo a señalar mi exmaestra, hoy amiga lucía, “son poco probables de suceder, más no por ello imposibles”.



Vane, una concursante que ya había ganado un auto en el juego en el que le había tocado participar, giraba la ruleta esperando superar la cifra de 95 centavos, conseguida por otro concursante, lo que ya significaba un gran reto debido a que la única forma de superarlo era pegándole al $1.00 en uno o 2 giros; mas ella se había levantado con el pie derecho, observó como la ruleta se detenía justo en esa casilla. Pero como siempre es recordado por Marco Antonio Regil, la ruleta debe dar vuelta completa en cada turno, condicionante que no se cumplió en el primer turno de Vane y debía girarla de nuevo.



Vane ya había tentado la poca probabilidad del 5% y como dice Paulo Coelho "Todo lo que ocurre una vez, puede que no ocurra nunca más.”, convertía en menos probable volverlo a hacer; así que ella tomó nuevamente la ruleta y giró, esta vez daba la vuelta completa y solo eso y nada más, exactamente volvía a caer en la casilla de $1.00, venciendo al otro concursante y ganándose la oportunidad de concursar por otro auto si lograba pegarle nuevamente a la casilla de $1.00. Ya la emoción acariciaba su máximo nivel, y los televidentes observábamos sorprendidos cuando esa ruleta retornaba a su punto inicial, evocando el final de la frase de Coelho “Pero todo lo que ocurre dos veces, ocurrirá ciertamente una tercera", y Vane se llevaba 2 autos a su casa y seguía viva en el programa con la posibilidad de ir por el Gran paquete.



En la segunda parte del programa, otros 3 concursantes hacían lo propio en la ruleta, por ir al juego final de la emisión, y una señora lograba colocarse y se iba a un mano a mano con Vane. La chica de la buena estrella ahora tomaba la ruleta por cuarta vez y le pegaba a una cifra de 65 centavos y como las coincidencias se dan, la señora empataba dicha cifra en su turno, por lo que ambas debían irse a un segundo giro, suministrándole más adrenalina al corazón. En su segundo giro Vane conseguía solo la mediocre cifra de 10 centavos, por lo que la señora tenía una probabilidad del 90% de superarla, y solo un 5% para perder o empatar, y esto segundo fue lo que ocurrió a la vista de quienes incrédulos lo presenciábamos en la televisión. En su sexto giro en la ruleta, Vane por fin consiguió seguir su camino imponiéndose con una cantidad superior a la de la señora; porque ese era su destino y debía cerrar su día de ensueño con broche de oro.



Llegámos al fin del programa en donde ya se declaraba a Vanessa como la máxima ganadora en la historia del programa con una suma en premios por más de $448000 y uno a uno fueron mostrando los premios que conjuntaban el Gran Paquete del cual tenía que dar su precio con un margen de error de solo $5,000 y sin pasarse del precio real.



últimos segundos del programa, Marco Antonio Regil cuestionaba a Vane sobre el costo total del paquete y esta decía muy segura $150,000 y Regil, a continuación comenzaba a hacer las típicas pausas de suspenso al estilo de Adela micha al momento de la expulsión de la casa de Big Brother. Finalmente en el clímax del programa, Regil Decía “El precio real del Gran Paquete es de ciento… cuarenta y nueve mil quinientos (…) pesos”, dejando a Vane sin Gran Paquete pero al público expectante con un asombro insuperable.



Dudo que aquella joven tenga un día más emocionante en lo que resta de su vida; yo mientras tanto y si el destino no me revela lo contrario, sigo creyendo que el 26 de julio de 1985 es hasta ahora el Mejor Día de mi Vida.



Desde el Puente de Londres para el mundo.



KARA

lunes, 14 de junio de 2010

La Entrevista

Desde que envié la solicitud a la fundación en el pasado mes de Febrero, no dejaba de revisar mi correo formal ni un solo día. Ya por mediados del mes de mayo viendo más Próxima la fecha en que se anunciarían las adjudicaciones de las becas ofrecidas, lo revisaba hasta 3 veces diarias.



Finalmente una tarde a finales de aquel mes, el aviso llegó. Debía asistir a una entrevista en la ciudad del smog, el pasado Martes por la mañana pues había sido seleccionada como candidata a obtener una de las dos becas correspondientes a la especialidad que había elegido.



Así fue que habiendo reunido los catorce mil documentos que comprobaban todas las mentiras que dije en mi ridículum, me dispuse a no dormir la noche anterior para tomar mi autobús que me llevó hasta la ciudad capital a las primeras horas del Martes.



Tomamos un taxi de la central hacia la zona de Polanco, en donde sería mi entrevista. Durante los treinta minutos que prosiguieron el traslado, nos fletamos el programa de mariano Osorio que bien podría ser el programa favorito de ned Flanders si fuera real y mexicano, con cortinillas donde un conjunto que bien pudiera ser el Grupo Brindis, interpretaba canciones con estribillos como “Mariano está contigo, porque Mariano es tu amigo”. Llegamos a la zona deseada, y para matar las 3 horas que antelaban al momento de la verdad, desayunamos en aquella tienda/restaurante donde los esposos de las mujeres embarazadas pueden encontrar revistas, chocolates y enchiladas suizas hasta altas horas de la madrugada.



En punto de las 10:40 de la mañana, conseguimos llegar a las oficinas donde se llevaría a cabo el encuentro. Toqué el timbre y de pronto me encontraba ante un enorme patio de lo que fuera alguna vez una casa de gente pudiente de la capirucha, ahora convertida en oficinas anexas a una embajada. Me abrió la puerta una señorita policía que bien pudiera ser el álter ego de Sisi, personaje interpretado por Consuelo Duval, pues tenía el mismo carácter de funcionaria burocrática de alguna dependencia de gobierno cuyo papel es entorpecer cualquier trámite por más sencillo que parezca, quien me condujo hasta una oficina.



Una vez en aquel lugar, me topé con dos personas, seguramente candidatos también a obtener alguna de las becas ofrecidas, que se encontraban cómodamente sentados en un par de sillas y conversaban sobre la fauna y la flora del estado de Tabasco, de donde era ella, una psicóloga, de aproximadamente 32 años, quien trabajaba en una clínica de estimulación lingüística y él, era un joven de unos 28 años, callado y muy poco caballeroso, pues durante los 30 minutos que estuve de pié junto a ellos esperando me mandaran llamar, jamás hizo el más mínimo gesto de quererme ceder su asiento.



Al cabo de 35 minutos, y tras el ir y venir de cerca de 10 personas por minuto, que entraban y salían de aquella oficina sin darnos ninguna señal de lo que sería nuestra entrevista, se nos unió un joven que parecía tener alrededor de 26 años, delgado, apuesto, que portaba un traje impecable y parecía haberse apenas desembarcado de un vuelo trasatlántico, porque con él cargaba un par de maletas grandes y vistosas, en cuanto vio a una de las tantas personas que entraban y salían, le exigió, Cortez pero enérgicamente a una señorita que si era posible nos facilitara dos sillas, agregando, una vez que dicha señorita desapareció, que como era posible tal falta de civilidad, que seguramente era porque ya nos encontrábamos en territorio del país a que pertenecen aquellas oficinas; yo en ese momento pensé “él no quiere la beca…”.



Entablé conversación con aquel joven, quien resultó ser muy amable y agradable, y tras otros 10 minutos, fueron llamándonos a cada uno de nosotros para la cita, aunque de los cuatro a mi era a la única a quien no llamaban. Así llegaron y se fueron por lo menos otros 4 nuevos candidatos como yo, hasta que por ahí de las 11:40 llegaron por mí.



Entré a la oficina de mi entrevistadora, una señora de unos 45 años que me remembraba a Anabel Ferreira, aunque con acento de aquel país anfitrión. Con una voz chillante pero no molesta, me empezó sacando charla irrelevante pero útil para romper el hielo. Después de un par de minutos, me comenzó a requerir todos los documentos que me habían sido solicitados, se los entregué todos y mi inquisición inició.



Nunca había sido tan conciente de ese proverbio que reza “todo lo que digas será usado en tu contra” y gracias a Dios se trataba de una entrevista para una beca y no de una confesión sobre mi culpabilidad acerca de un delito, pues para decir lo menos, terminé haciéndole notar a la entrevistadora, quien me bombardeaba con sus preguntas, que yo era una persona negativa, seria, que no intima con sus compañeros de trabajo y de muy mal genio, pero por su puesto, no me di cuenta que había dicho todo aquello sino hasta al día siguiente que digerí la sutileza con la que me hizo sacar toda aquella información.



Salí de aquel lugar tras mas de 20 minutos de preguntas capciosas, tomamos el primer autobús de regreso a mi metrópoli, sufrí durante 5 horas mientras mi coxis se me encajaba al estómago, llegué a mi casa, me tumbé en mi cama mirando a la ventana y dejé todo en manos de Dios.



Desde El Puente de Londres para el mundo



KARA

miércoles, 2 de junio de 2010

"25 Años Atrás, 25 Años de Amor

Mis amigos siempre me dicen que soy una señora y no precisamente derivado de una conducta social determinada, sino por mis gustos musicales. ¿Qué tiene de malo tener dominado mi Ipod por canciones de Abba, Timbiriche, lucerito, Ana Gabriel, Daniela Romo, Yuri, Susana Zabaleta o Celine Dion?; yo más bien lo llamaría “de un deleite musical delicado.



Pero aún con estas joyas líricas, mi vida y simplemente mi pasión por la música y el canto no serían lo que son hoy sin el grupo de grupos, mi inspiración vocal, “PANDORA”.



Hace 25 años, un día 2 de junio como hoy, a 1 mes y 24 días de que yo inspirara el primer soplo fuera del vientre de mi madre, gracias a ella que indudablemente sintonizó su televisor para presenciar el debut de este trío en Siempre en Domingo con la canción “Cómo te va mi amor” del cantautor Hernaldo Zúñiga, fue que por vez primera oí a quienes se convirtieron en el motivo de que la gente me diga que soy una ñora.



Mi ochentera hermana, me contó alguna vez que a ella le molestaba el hecho de que Flans siempre estuviera por debajo de ellas en los conteos de los hits del momento, cuando ella era adolescente; sin embargo aunque de closet, ella me demostró ser igual de fan de Pandora que yo, cuando un día de Enero del 2003 gracias al regalo de Navidad de mi hermano Jorge que me obsequió los boletos para verlas por vez primera,, mi hermana disfrutó cantando, bailando y gritando ese maravilloso concierto del que salí hasta con autógrafo.



Este es mi muy pequeño pero séntido reconocimiento a su vigésimo quinto aniversario, y aunque se hayan retirado públicamente de los escenarios, sabemos todos aquellos que disfrutamos de sus presentaciones, de sus discos y simplemente de sus voces, que más allá de que nos sigan deleitando, el sentimiento y la música vive y vivirá en ellas.



Ojala la vida y el destino logren que cumpla uno de mis más grandes sueños, cantar junto a ellas la canción “Ella se llenó de amor”; uno nunca sabe…



Desde el Puente de Londres para el mundo



KARA

miércoles, 14 de abril de 2010

Aquí Todo Es Posible...

Hace dos semanas, mientras hablaba por teléfono con el jefazo, tocábamos el tema del momento, “Paulette”, quien para mí en aquel entonces y sin tener referencia de cómo se escribía su nombre y con eso que la gente escribe los nombres de sus hijos de tantas formas diferentes, aún de aquellas que fonéticamente nos resultarían inverosímiles, en aquellos días yo escribía “polet” haciendo referencia a la niña protagonista de aquel trágico episodio que acaparó los medios durante las dos semanas pasadas, pero bien pudiera haberse escrito de por lo menos 7 formas distintas: Paulet, paullette, paullete, Pauleth, poleth, polette, Pollette.



Pero como lo que nos incumbe esta tarde no es la ortografía, iré directamente al tema, “todo en esta vida es posible”. Es cierto que siempre he sido, a pesar de mi notable negatividad hacia las cosas, fiel seguidora de esa frase “la esperanza muere al último”, lo que no se traduce a dejar de ser realista. En el caso Paulette después de la serie de inconsistencias que existieron tanto por parte de los involucrados (papás y nanas), como por parte de las autoridades encargadas de realizar la investigación.



¿Y por qué digo que todo puede ser posible? Porque cuando se dan los ingredientes exactos de incongruencia, todas las hipótesis, incluyendo las que realizó la prima de la amiga de su vecino estimado lector, que estuvieron basadas en la última novela de Emilio Larrosa, pueden ser válidas; asesinato, accidente o ambas.



Por su puesto pudo haber sido un homicidio. El haber salido a los medios anunciando un supuesto secuestro y el encontrar el cuerpo 9 días después, justo abajo del colchón de la cama de la niña; pero claro también pudo ser un accidente al manifestarse que la menor murió por asfixia, pero claro también pudieron haberla matado, tanto como la mamá, las nanas o el papá, a quien por cierto nadie investiga, quien fue el primero en levantarse aquel día y quien pudo haber planeado un autosecuestro porque como se confirmó, tenía problemas económicos, que se pudo haber convertido en un accidente cuando algo salió mal, y pudieron haber metido el cuerpo en la casa justo antes de que las autoridades iniciaran la reconstrucción de hechos, por que claro, a las autoridades se les olvidó acordonar la puerta de servicio que permaneció abierta desde que los papás y las nanas fueron arraigados; porque es imposible que si le dieron a oler a los perros policías ropa de la niña para que la encontraran, no la hayan encontrado, ah pero claro, es que esos perros eran para buscar gente viva, porque las autoridades no llevaron a los perros que encuentran personas muertas; y ¿a quien se le ocurre no buscar debajo de una cama que tenía 15 días de que la instalaron en la casa y donde ya se había percatado la madre que existían 2 bújeros muy peligrosos?.



Ciertamente también puede ser que como los marcianos, saturninos y plutonenses nos van a invadir, conquistar y absorber el cerebro lentamente y sin que nos demos cuenta, obvio esta noticia está planeada por el gobierno corrupto, maldito y cochino (como dice pedro Ferriz), para que nos olvidemos de paso de que en Chihuahua la cosa está que arde y que la gasolina subió, porque claro somos gente tonta que no podemos impresionarnos de noticias como la de Paulette sin dejar de hacerle caso a las demás.



Estimado lector creo que usted (si es que llegó hasta este punto de mi escrito) y yo, no somos de esa clase de gente, si no de quienes aún tenemos viva en nosotros esa capacidad de asombro que la gente sin fe y derrotada por las noticias pesimistas que hablan de que el mundo se va a terminar en el 2012 y que este mundo es ya una basura tal de la cual no podremos escaparnos, ya han perdido.



No intente hacer su versión, porque si le doy la mía, o la de mi mamá o la de la suya (con mucho respeto), todas encajarían en este asunto plagado de dudas; limítese a vivir, sonreír y no dejar dormidos a sus hijos en camas peligrosas



Desde El Puente de Londres para el mundo.



KARA

miércoles, 7 de abril de 2010

Mi Infancia A Través Del Cristal

Las tardes de la infancia de casi cualquier niño que haya nacido en los ochentas se pueden describir en 2 palabras: tele y tarea (nótese que tele está antes que tarea). Un deber escolar que podía hacerse en 20 minutos, me tomaba hasta 2 horas por la culpa del Canal 5.




Durante mis años preescolares mi gusto televisivo le podría haber parecido un poco extraño a mis compañeros de clase, que digo podría, de hecho les sigue pareciendo extraño hoy en día, Pues no había día que no llegara de la escuela y corriera a ver el programa culinario de Chepina Peralta, que poco sirvió para mi cultura gastronómica pues nunca ha ido más allá de cocinar un sándwich o unas quesadillas.



Ya un par de años después, mi rutina de lunes a Viernes consistía en comer y subir a la sala de tele para empezar el recorrido de los programas y caricaturas orquestados por el tío Gamboín y el gato GC; comenzando por TVO donde Martes y jueves Liza Echeverría nos conducía al corazón de Ramiro (de quien su imagen ahora lejos de parecerme atractiva, me parecería desarreglada y de un hombre pandrozo) y Lunes Miércoles y Viernes Gaby Rufo cantaba “Trepa trepa trepa que trepa trepa trepa tree” a la Cucaña, emisión que diariamente iniciaba con el concurso “La aguja en el pajar”, donde los concursantes portando unos gogles, se echaban un clavado sobre un montículo de paja buscando una agujota de color naranja y terminando con paja hasta… las orejas; del Canal 2 pasábamos al Canal 5 con caricaturas como Las Tortugas ninjas Adolescentes Mutantes, que me ha dejado hasta la fecha, el deseo de conseguir un intercomunicador con pantalla integrada, camuflajeado como una cajita de maquillaje en forma de caparazón de tortuga, como el que usaba abril, la reportera del Canal 6.



Entrada la puesta de sol, la cosa se ponía más macabra con El Conde Pátula y algunos años después cuando Inevisión se convirtió en Tv Azteca, con Los Simpson y las series como Salvados por la Campana, La Niñera y El Príncipe del Rap, del cual después de casi 15 años, el viernes pasado pude ver el final de la historia gracias a Nick at night.



Todos estos recuerdos me afloraron después de que el Jueves pasado, viendo el canal Clásico TV, me topé con otro de los programas sin el cual los niños de aquella década no hubiéramos podido ser las personas que somos hoy, y no se trata de otro más que de Anabel; lo realmente irónico es que como ocurrió con la mayoría de los protagonistas de los programas típicos de los 90’s es que Anabel Ferreira ahora se dedica a la venta de bienes raíces, tiene como 30 kilos de más y sufre de una rara enfermedad, a diferencia de Eugenio Derbez, quien a pesar de haber salido como extra número 3 en los capítulos de aquella comedia, logró consolidarse en la televisión.



No culpo a la televisión si no a mi mamá por dejarme ver tanta tele sin acabar mis tareas, pues me hubiera evitado muchos regaños, gritos y lágrimas al no acabar mis planas de vocabulary y Spelling que terminaba haciéndomelas mi hermana con su mano izquierda, siendo diestra, a las 10 de la noche, con tal de ya no escucharme hacer berrinche, pero eso si, aún con la tele prendida frente a mí.



Desde El Puente de Londres para el mundo.



Kara

martes, 23 de marzo de 2010

Probablemente Ya De mí te Has Olvidado...

En una Navidad de los mil novecientos noventa y tantos, unos tíos decidieron regalarles a los sobrinos adolescentes y veintones de la familia, un libro titulado “life’s little instruction book”, el cual enumera una serie de consejos que un padre le da a su hijo, que tratan de enseñarle cuestiones tan sencillas del día a día que podrían significarle llaves para el éxito, la felicidad y la trascendencia.



A mis aproximadamente 11 años, mi hermana me acostumbraba a leer un par de páginas diarias antes de dormir; muchos de los consejos contenidos en dicho libro los he llevado o por lo menos he intentado llevarlos a la práctica a partir de entonces; sin embargo aquel que dice “Solo presta aquellos libros o discos que no te importe no volver a ver”, me costó el disco de Timbiriche en Concierto y la película de harry Potter y El Cáliz de Fuego, antes de entenderlo.



Hace algunos meses, quise volver a recuperar dicho libro y al no encontrarlo me di a la tarea de buscarlo en el Internet; nunca encontré el libro completo, si no solo pequeños fragmentos memorables del mismo. Uno de estos fue el que decía “Los amigos vienen y van, pero al final de tus días, asegúrate de tener contigo a tus amigos de la infancia”.



Los amigos llegan a nuestras vidas como los buenos libros, en el momento exacto; pero para mí ha sido muy difícil entender que de la misma manera en que llegan, la mayoría se van, habiendo cometido su propósito y dejándonos siempre una enseñanza, aunque no siempre sea con un final feliz.



La vida siempre nos lleva por caminos inciertos, hoy estamos aquí, mañana quizás en otra ciudad; parte de que no logre superar el efecto de amistades perdidas con el tiempo es mi aprehensión a quedarme como dice Juan Gabriel “En el mismo lugar, en la misma ciudad y con la misma gente”, esto aunado a mi rechazo al cambio por el terrible miedo a lo desconocido.



Pleitos de niñas de secundaria, cambios de residencia a otras ciudades, el simple paso del tiempo que ayuda a distanciar a quienes nunca estuvieron suficientemente unidos, no ayudan a sobrellevar la idea de que llega una época de la vida en la que es inevitable hacer menos amigos que cuando se tenían 18 años.



Sigo teniendo el honor de compartir una taza de café con amigas que posiblemente veo solo 3 o 4 veces al año pero pareciera como si el momento en que nos conocimos hubiese quedado inmaculado a pesar del transcurso de los años, contrario a lo que también me ocurre con quienes en algún tiempo fueron mis más cercanos amigos y con los que ahora solo podría recurrir al estado del tiempo para compartir una conversación.



A todos aquellos amigos, los que lo son, los que a pesar de muchas cosas lo siguen siendo, a los que fueron, a los que dijeron serlo y a los que serán, gracias por compartir el kilometraje que a cada uno les fue asignado para transitar conmigo en este ínfimo, pero hermoso espacio del universo.




Desde El puente de Londres



KARA

martes, 19 de enero de 2010

No Voy en Tren, Voy en Camión

¿Por qué hacen tanto escándalo con la idea de mí subiéndome a un autobús?




“- ¡Tómenle una foto cuando se suba al camión!- gritaban mi amiga y su hermana al despedirnos en el hotel después de haber pasado una noche en Guanawashington para asistir a la fiesta de graduación de aquella.



Por alguna extraña razón, la gente que me rodea siempre se ha formado una idea un tanto errónea de mí con respecto a situaciones que podrían entrar en la clasificación de baños de pueblo. Es verdad, no frecuento lugares donde toquen música banda o norteña, evito la feria de la ciudad (pero derivado de mi aversión a las multitudes), evito comer en lugares visiblemente poco higiénicos, no como lengua, moronga, criadillas, nana, suadero, nenepíl, montalayo, birria, cabeza, cueritos, pata, hígado, corazón o cualquier otra víscera, pero de eso a que no me suba a un autobús, hay mucha diferencia.



Adquirimos los boletos para el camión de la 1:00 pm y compré un paquete de Donitas Bimbo azucaradas y un café americano, que significaron mi desayuno de ese día, y subimos al camión. De antemano era de nuestro conocimiento que el autobús paraba en el vecino municipio de Siladelphia, por lo que cuando llegamos a dicho lugar, la mitad de los pasajeros bajaron para volver a llenarse los asientos con igual número de ocupantes; así fue donde inició mi baño de pueblo.



Tomé una donita de mi mochila y observé como subían aproximadamente 20 siladelphianos, quienes no parecían tener nada en común entre ellos, hasta que subió el último de aquellos, un señor alto de más o menos sesenta años que portaba una gorra y una andadera y empezó a nombrar por sus apelativos a todos y cada uno de ellos, confirmando su posición en el camión: la güera, la chiquis, la hermanita de la chiquis, el pelón, etc, y justo vino a sentarse en el par de asientos a mi derecha.



Por si no fuera suficiente el que aquel señor hubiera poblado media de aquella ciudad, enseguida presencié un hecho que sí de verdad evidenció mi inexperiencia con respecto a viajes públicos terrestres, pues una vez que la mitad de los habitantes de aquella ciudad llenaron el camión, subió detrás de ellos un comerciante ambulante al grito de “pepinos, jícamas, pepinos con limón…” y por si mi incredulidad no hubiera sido ya bastante, inmediatamente después venía su homólogo en materia de “churros, calientitos, recién horneados…”, cuando dichos personajes alcanzaron la altura del pasillo donde nos encontrábamos el señor del andador y yo, aquel me hizo pensar en algunas hipótesis al saludar a ambos por su nombre y apodo, lo que se puede traducir en dos opciones: el señor además de todo conocía a la otra mitad de la población que no era pariente suya o viajaba en aquella ruta 3 veces al día por lo menos.



Así transcurrió el viaje hasta nuestro destino final, con mi compañera de asiento cabeceando a tal grado de que pensé que se iba a decapitar cuando pasáramos por un bache, y con el señor en cuestión conversando a distancia con todos sus prójimos; sin embargo minutos antes de que la unidad llegara a la central de autobuses, una de las nietas le habló y le dijo “abuelito, dice mi mamá que vayas preparando tu andadera…” a lo que él respondió “que vaya preparando ni que ocho cuartos, pos ni que fuera un bebé”.



Para todos aquellos críticos, viajé en camión y sobreviví.



Desde el Puente de Londres para el mundo



Kara